martes, 6 de marzo de 2012

Red Lights: Rodrigo Cortés después de Buried

El año 2010 el director Rodrigo Cortés dio el gran salto al sorprender al público con Buried, una angustiosa película que con un guión a prueba de bomba, consiguió no solo mantener a los espectadores pegados a la butaca, sino que incluso nos hizo llegar a pensar que Ryan Reynolds era un gran actor; un pensamiento que tras sus siguientes trabajos (Green Lantern y The Change-Up), hemos tenido que matizar.
Con tan brillante antecedente, no podíamos por menos que esperar ansiosamente su siguiente trabajo, este Red Lights recién estrenado, que con mayor presupuesto, una historia más compleja, y con auténticas vacas sagradas de la actuación como Robert De Niro y Sigourney Weaver en el reparto, nos hacía presagiar una brillante consolidación.
Desafortunadamente a pesar de tener tan buenos ingredientes, e incluso alguno más que a continuación comentaremos, Red Lights se queda muy lejos de nuestras expectativas.
Red Lights es una película que se inscribe dentro del género de terror sobrenatural, en la que Sigourney Weaver interpreta a una profesora universitaria que junto a su ayudante, interpretado por Cillian Murphy (prominente secundario en películas como Inception o Batman Begins), se dedica a explicar y desenmascarar las charadas de parapsicólogos, médiums, adivinadores, curanderos y similares.
Una vez se nos ha presentado el equipo científico, llegará a la ciudad el personaje interpretado por De Niro, un síquico con el que el personaje de la Weaver parece que tuvo un serio encontronazo décadas atrás, y que reaparece tras su retiro de los escenarios también años ha. Inmediatamente el personaje de Murphy querrá desenmascararle, topándose con la negativa de su mentora.
Progresivamente empiezan a suceder sucesos extraños, algunos bastante dramáticos que no les detallaré para no estropearles la sorpresa, mientras se desarrolla la trama que hemos establecido.
A nuestro parecer la historia y el guión, sin ser demasiado originales, no puede decirse que sean malos, e incluso despiertan cierto interés. El problema es que las escenas se suceden sin ligazón, con un montaje atropellado, y sin que entendamos realmente las motivaciones de los personajes; sin que haya identificación con ellos. La película dura 119 minutos, y aún así da la sensación de que faltan escenas, que falta desarrollo.
Es más, el final pretende provocar un efecto sexto sentido, pretende presentar una sorpresa que nos haga revisar toda la trama para ver las pistas que hábilmente se nos han mostrado sin que las entendiéramos, muy al estilo de una peli de Shyamalan... pero lo cierto es que estábamos tan poco interesados por ese elemento de la trama que, francamente, nos dio exactamente igual.
Lo mejor de la película, con diferencia, es Sigourney Weaver, con la actuación más solvente y convincente de todo el reparto. En segundo lugar De Niro, aunque a bastante distancia de su colega, dado que a pesar de tener un bombón de personaje y de hacer bien su trabajo, francamente el guión no le ayuda. Y eso a pesar de que se le reservan unos minutos de monólogo de lucimiento; pero es que el texto a declamar es tan vacuo y falto de sentido, y llega después de tantos minutos de aburrimiento, que no provoca más que bostezos. Por muy De Niro que sea Robert.
Como curiosidad adicional, la participación como secundaria completamente prescindible de Elizabeth Olsen, que parece haber decidido que este es su año. Elizabeth es la hermana pequeña de las gemelas Olsen, y se dice que es la que sabe actuar.
En resumen, un thriller sobrenatural que se puede ver si no se es demasiado exigente; pero que hay que ver casi por obligación por la presencia de Sigourney Weaver y Robert De Niro en papeles que no parecen haber sido aceptados por razones económicas, y en los que hacen un trabajo más que digno en el caso de la primera, y simplemente correcto el segundo.

Y un apunte final, más allá de la película en sí, que no solemos hacer por aquí; una crítica, desde la más pura independencia e ignorante inocencia del bloguero particular, que no le debe ni espera nada de nadie:
Empieza a producirnos más indignación que vergüenza ajena que, cada vez que se estrena una película que de alguna manera se pueda justificar como española, los medios locales se lancen a alabarla sin el más aparente espíritu crítico.
En este caso la película ha sido producida, efectivamente, por empresas españolas y americanas. ¿Pero puede una película rodada en inglés, con actores americanos y un argentino, ser considerada cine español? ¿O ya puestos, cine catalán, por el hecho de que en su producción participara la televisión pública catalana? Directores como Jaume Collet-Serra o el propio Cortés, que están haciendo su carrera en Hollywood, ¿en serio están haciendo cine español, por mucho que uno naciera en Ourense y el otro en Barcelona? E independientemente de esas consideraciones nacionalistas, ¿tan frágil y entrelazado es el tejido de la producción cinematográfica española, que no hay nadie en los medios de comunicación que se atreva a lanzar una crítica sincera sobre uno de sus productos?
Simplemente, no deja de parecernos chocante que, de entrada, lo medios españoles no aprecien en las películas españolas (o españolizables) ningún defecto digno de mención.

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