El jueves nos deparó una jornada algo irregular en cuanto al
cine que vimos en Sitges.
Por el lado bueno tenemos Victoria y Cop Car.
En el lado malo está Pourquoi J’ai Pas Mangé Mon Pére.
Y por el lado directamente inclasificable está la mejicana
Me Quedo Contigo, a la que dedicaremos un post exclusivo, porque es una peli
tan particular que hay que explicarla bien.
Para saber lo que nos parecieron las otras tres, sigan
leyendo.
Victoria
El principal gancho comercial de esta peli rodada en Berlín es que se trata de un único plano secuencia de más de dos horas de duración, en el que se sigue el recorrido de la
protagonista, Victoria, durante una noche en la ciudad, desde que sale de una
sala de fiestas de madrugada, y se involucra con un grupo de cuatro jóvenes
berlineses.
Se realizaron 3 únicas tomas, en la que había un elevado
margen para la improvisación, si bien (lógicamente) se habían realizado
abundantes ensayos, y estaba claro el recorrido general que debían realizar los
actores. Para permitir la máxima movilidad de la cámara, incluso en ocasiones
el director no podía ver lo que estaba sucediendo.
Todo el peso de la película recae sobre la catalana Laia Costa, que interpreta a Victoria,
y que muestra un enorme abanico de
emociones y de niveles de interpretación a lo largo de esta acrobacia cinematográfica.
En Victoria hay que diferenciar entre su primera parte y la
segunda, cuando se desarrolla la acción. A mi entender, lo que motiva que
Victoria (una joven madrileña que vive en Berlín desde hace 3 meses) se una al
grupo de alemanes resulta bastante increíble, y más bien parece que se quiera
caracterizar a la chica como a una cabeza hueca, que los espectadores estarán
encantados de ver todo lo que le pueda pasar, en justo castigo por ser tan
soberanamente ingenua y feliz de la vida. Lo que contrasta con sus reacciones
más adelante, y con los detalles de su pasado que conoceremos en
pinceladas de brocha gorda.
Ahora bien, la segunda parte ya es todo otra cosa, y se convierte en una cinta de acción con
tensión constante muy entretenida.
La historia de Victoria se podría haber rodado de modo
convencional, y sería también una buena película de atracos. Pero sería una de tantas.
Al ser rodada en plano secuencia, da a la historia un sabor
muy especial, y si bien le sobran minutos del principio, las sensaciones que se
experimentan como espectador de esta forma difícilmente se podrían conocer de
otro modo. Quizás tan solo como videojuego en tercera persona.
Como anécdota, añadir que cuando la vimos en el Auditori a
las 8:15 de la mañana, la temperatura de la sala era inusualmente baja, lo que
daba la sensación de estar, efectivamente, en las calles de una fría noche
berlinesa. Un par de grados menos y habríamos podido ver nuestro propio
aliento, para completar el efecto.
Victoria es lo mejor
que hemos visto en Sitges este año, seguida
de Me Quedo Contigo por motivos muy
diferentes (no se pierdan el post que le dedicaremos), y Green Room, que pierde ante la sigularidad de las otras dos.
Cop Car
Esta es una película bastante sencilla protagonizada por
Kevin Bacon.
Situada en el interior de los Estado Unidos, dos niños de
unos 12 años que han huido de casa se topan con el coche de policía del sheriff
interpretado por Bacon, y al encontrarlo abierto y jugar en su interior, acaban
encontrando las llaves y deciden llevárselo, para lo cual resulta muy práctico
que sea un coche automático, con lo que gracias a su experiencia en videojuegos
son capaces de conducirlo.
El susto del sheriff al volver a por su coche y no encontrarlo
es de campeonato, entre otras cosas porque estaba destruyendo las pruebas de un
crimen, y en el interior del maletero del vehículo aún hay elementos
incriminatorios.
A partir de aquí se desarrolla no exactamente una comedia de
enredo criminal, aunque sí haya toques de humor, pero algo muy parecido a
alguna de las tramas de Breaking Bad, en la que poco a poco se van revelando
los detalles de la actividad en la que se halla envuelto el personaje de Kevin
Bacon; y en la que los mejores momentos se dedican a las barbaridades que
realizan los niños, inconscientes de los peligros en que incurren.
Una película entretenida, pequeña, y muy recomendable.
Porquoi J’ai Pas Mangé Mon Père
« Porqué no me he comido a mi padre » es un
excelente título para una peli de Sitges.
Lástima que se trata de una película francesa de animación
infantil. En 3D.
Y he ahí el problema: servidor no es el público adecuado
para esta propuesta, y me he aburrido soberanamente viéndola. Es la película en
la que más he aprovechado para dormir este año en el festival, con toda la intención;
seguida de The Boy and the Beast, también de animación y de la que hablaré
próximamente.
Y ni la animación ni el 3D me han parecido nada del otro
mundo.
La película narra en forma de fábula, o tal vez de metáfora,
la evolución de los primeros estadios del hombre. Cómo de simios en los árboles
se pasa a correr sobre las piernas por la sabana, a dominar el fuego,
domesticar lobos y dejar atrás los mitos sobrenaturales, y como de la ley del
más fuerte pasa a mandar la inteligencia.
Para ello se sigue la vida de Édouard, primogénito del rey
de los monos, que resulta ser más bien esmirriado, y se decide descartarlo al
estilo espartano, a favor de su hermano mellizo, este sí fuerte y activo.
La defenestración fracasa, y Édouard crecerá ayudado por
otro mono exiliado, medio tonto. Pero Édouard es bastante listo, y empieza a
hacer inventos y descubrimientos que le permitirán reintegrarse en el grupo de
monos, para más adelante verse de nuevo exiliado, y obligado a “evolucionar”
rápidamente.
Como digo, me ha resultado una película bastante boba y
aburrida, que podría haber sido interesante si se hubiera tenido un poco más de
rigor histórico y optado por la verosimilitud. Pero se ha optado por incluir
escenas absolutamente increíbles para hacerla divertida y entretenida, y las
mejores ideas saltan por la borda.
Esta película ha sido escrita, dirigida y protagonizada por
Jamel Debbouze, que dota al Édouard de voz e imagen. Lo que explica un hecho
absolutamente absurdo, surrealista y ridículo, que les explico a continuación.
Resulta que a causa de un accidente sufrido en su juventud,
Debbouze sufre una minusvalía que le impide mover su mano derecha, lo que no ha evitado que haya desarrollado una exitosa carrera, y ser uno de los más
reconocidos actores franceses, que en pantalla suele esconder su mano en el
bolsillo. Pues bien, Édouard, su contrapartida ANIMADA hace exactamente lo
mismo, con lo que vemos a un mono con la mano permanentemente metida dentro del
taparrabos. Para un niño que se dé cuenta de ello puede ser bastante chocante;
pero a un adulto, no les digo las asociaciones que le vienen a la mente.
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