martes, 15 de febrero de 2011

Big Culo Day 2011: culos jugones

El Big Culo Day es sin duda motivo de regocijo y celebración mundana, pero siempre tiene que quedar espacio para la reflexión y el análisis. Por nuestra parte, hemos pensado que ningún día sería mejor que este, aprovechando el alud de visitas fortuitas que recorren la red, saltando de blog a blog, para presentar un artículo de esos sesudos, que requieren profunda investigación y amplio desarrollo. Nada menos que un repaso a la historia de los videojuegos, que si bien es una historia relativamente breve en el tiempo, merced a su vertiginosa evolución nos deja imágenes de lo más variopintas. Pasen, pasen y vean.







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Y empezamos nuestro periplo, como no podía ser de otro modo, por las recreativas. Esos enormes armatostes, ubicados en bares y salones específicos, en donde casi cualquiera de  los  jugones o jugonas hoy veteranos se iniciaron en... bueno, en varias cosas.
Sí, me refiero a que muchos empezaron a fumar en los salones recreativos. 

Lo que no quita, por supuesto, que para las largas sesiones de juego, más comúnmente conocidas como "viciadas", fuera la intimidad del hogar el espacio idóneo. Sin duda un entorno menos social, pero en el cual el jugón o jugona podia entregarse por completo al juego, menos constreñido por urgencias económicas o de otro tipo, por tiempo ilimitado (o hasta que llamaran a cenar, por lo menos) y con ab-so-lu-ta comodidad.  Para ello servíase el jugón o jugona de la plataforma de juego doméstica por antonomasia en los inicios: el PC. Observen en la imagen sobre estas líneas un ejemplo de pantalla y teclado clásicos, de color blanco-sucio (que ya se servía así de fábrica), que emocionará a los nostálgicos.

Pero no pasaría mucho tiempo hasta que las llamadas consolas domésticas, a pesar de sus limitaciones técnicas respecto al PC, empezaran a ganarle terreno a éste en virtud de algunas ventajas tales como su versatilidad en cuanto a ubicación, su menor tamaño, y su facilidad de instalación. Faltaban años para que la calidad de sus gráficos pudiera compararse siquiera tímidamente a la ofrecida por cualquier PC, pero a nadie se le ocurriría jugar con un PC cómodamente estirado en el suelo, tal como sí podía hacerse, por ejemplo, con la PS2; una bella (bellísima) unidad de la cual vemos en la imagen superior. Una tele, la consola, el mando y un juego: no se necesitaba nada más para pasar un buen rato. Na-da más.
Las pesas, aunque opcionales, son aconsejables, dado que se ha demostrado que los jugones expertos, por razones aún no aclaradas, tienden a sufrir cierta flacidez muscular. He dicho muscular.

Y el siguiente paso era obvio, cuando el jugón o jugona, llevado ya por una ansia desenfrenada, reclamara jugar no sólo en casa o en espacios destinados a tal efecto, sino allí donde se encontrara. ¿Leer viejas revistas del corazón en la sala de espera del dentista? ¿El Interviú en el barbero? ¿Por qué no dedicar mejor esos ratos a su afición favorita? Nintendo fue siempre la marca abanderada del videojuego portátil, y en la imagen superior tenemos un ejemplo lleno de simbolismo y objetos icónicos. Véase un moderno PC (identificable por no ser de color blanco-sucio) relegado  a una esquina, vencido nada menos que por un Tamagochi que si bien resulta muy inferior tecnológicamente, le gana la partida merced a su portabilidad, para por fin ver en las manos de la jugona una Nintendo DS. Poesía metalingüísitca pura.

Y llegamos por fin a los tiempos de las consolas de última generación, que... pero, ¿qué ven mis ojos? ¡Señorita! ¡Señorita! ¡Cúbrase! ¡¿Quiere hacer el favor de cubrirse?! ¿No sabe usted que en el edificio al fondo de la calle se planta siempre un campero con un rifle de francotirador?
Mmmph... Décadas de evolución tecnológica, y esta juventud aún no sabe qué tiene entre sus manos. ¡Cuánta inconsciencia!


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