El Festival de Sitges es una excelente ocasión para alejarse de la zona de seguridad cinematográfica de cada uno, y arriesgarse a ver propuestas algo diferentes a las que se tenga por costumbre; o simplemente para meterse en una sala a ver una película sin tener en ocasiones apenas más información de la misma que el título y la procedencia.
Ello nos ha deparado en el pasado muy agradables sorpresas, entre las cuales podemos listar algunos filmes reseñados en este blog, tales como The Woman, The Last Exorcism, Vampires o la mismísima Drive, que probablemente fue el mejor film que vimos durante al año pasado.
Pero como fácilmente podrán suponer, esta moneda tiene dos caras, y a veces uno se topa con propuestas que realmente no le aportan nada.
Quisieron la casualidad y las circunstancias que nos estrenáramos en la 45 edición del Festival de Sitges con el film japonés de animación Blood-C: The Last Dark, que sin ninguna duda debemos incluir en nuestro capítulo de fiascos. ¿Quieren saber por qué? Sigan leyendo.

¿Tan mala era? A ver: el hecho de que se proyectara a las 10:30h no le hizo ningún favor a la hora de mantener el interés, la verdad. Y si además resulta que se proyectaba en el Auditori, con esas butacas tan mulliditas, con su reposacabezas y todo... pues qué quieren que les diga.
Blood-C es la adaptación cinematográfica de la serie anime del mismo nombre del 2011 (existe un precedente de 2005), y por lo visto sigue más o menos directamente dicha serie. Tal vez por ello resulte difícil de digerir para el espectador no familiarizado con la historia. Y es que pasada la secuencia inicial, con mucha acción, mucha sangre, colmillos y gore, el grueso de la peli consiste en una larga serie de conversaciones entre los personajes que se eternizan hasta el gran final, para el que la banda sonora nos despertará oportunamente a base de decibelios y en el que asistiremos al enfrentamiento contra un demonio gigante muy bien diseñado y muy colorido. Como mediometraje de 30-40 minutos no hubiera estado mal. Dura 106. Respeto.
Pero es que además resulta que esta no es la primera adaptación a largometraje de la historia de Saya, la chica-vampiro que la protagoniza, dado que existen por lo menos otras dos, que comparten título:
Blood: El último vampiro, film de animación de 2001, que excepto en la calidad de animación (solo faltaría, después de más de una década), le da cien vueltas a la peli que nos ocupa.
Blood: El último vampiro, esta de acción real del año 2009. Esta no le da cien vueltas, sino más bien doscientas a Blood-C; si bien hay que entenderla como film de género, un servidor la vio y disfrutó bien a gusto, y cabría añadir que tiene algunas secuencias francamente interesantes visualmente. No es un peliculón, pero si les va el género les puede resultar entretenida. Y no creo que se duerman con ella.
Así que ya saben: tienen donde elegir. Pero Blood-C no debería ser su primera opción...
Les dejo el enlace a la ficha de la película en la web del festival:
2 comentarios:
'¿Cómo puede el director de 'Drácula', por muy autoreferenciadora y coñera que sea, revisitar con 'Twixt' el género hoy tan de moda y que él elevara a tal altura?
@manipulador de alimentos
Esteee... ¿cómo?
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