domingo, 7 de octubre de 2012

Sitges 2012: Blood-C: The Last Dark

El Festival de Sitges es una excelente ocasión para alejarse de la zona de seguridad cinematográfica de cada uno, y arriesgarse a ver propuestas algo diferentes a las que se tenga por costumbre; o simplemente para meterse en una sala a ver una película sin tener en ocasiones apenas más información de la misma que el título y la procedencia.
Ello nos ha deparado en el pasado muy agradables sorpresas, entre las cuales podemos listar algunos filmes reseñados en este blog, tales como The Woman, The Last Exorcism, Vampires o la mismísima Drive, que probablemente fue el mejor film que vimos durante al año pasado.
Pero como fácilmente podrán suponer, esta moneda tiene dos caras, y a veces uno se topa con propuestas que realmente no le aportan nada.
Quisieron la casualidad y las circunstancias que nos estrenáramos en la 45 edición del Festival de Sitges con el film japonés de animación Blood-C: The Last Dark, que sin ninguna duda debemos incluir en nuestro capítulo de fiascos. ¿Quieren saber por qué? Sigan leyendo.
 
Vaya por delante que este post no debería ser considerado, bajo ningún concepto, como una reseña seria del film. Más que nada porque nos pasamos media película durmiendo; y no fuimos los únicos. Así que tómenselo más bien como el relato de una de esas cosas que le pasan a uno en Sitges.
¿Tan mala era? A ver: el hecho de que se proyectara a las 10:30h no le hizo ningún favor a la hora de mantener el interés, la verdad. Y si además resulta que se proyectaba en el Auditori, con esas butacas tan mulliditas, con su reposacabezas y todo... pues qué quieren que les diga.

Blood-C es la adaptación cinematográfica de la serie anime del mismo nombre del 2011 (existe un precedente de 2005), y por lo visto sigue más o menos directamente dicha serie. Tal vez por ello resulte difícil de digerir para el espectador no familiarizado con la historia. Y es que pasada la secuencia inicial, con mucha acción, mucha sangre, colmillos y gore, el grueso de la peli consiste en una larga serie de conversaciones entre los personajes que se eternizan hasta el gran final, para el que la banda sonora nos despertará oportunamente a base de decibelios y en el que asistiremos al enfrentamiento contra un demonio gigante muy bien diseñado y muy colorido. Como mediometraje de 30-40 minutos no hubiera estado mal. Dura 106. Respeto.

Pero es que además resulta que esta no es la primera adaptación a largometraje de la historia de Saya, la chica-vampiro que la protagoniza, dado que existen por lo menos otras dos, que comparten título:
Blood: El último vampiro, film de animación de 2001, que excepto en la calidad de animación (solo faltaría, después de más de una década), le da cien vueltas a la peli que nos ocupa.
Blood: El último vampiro, esta de acción real del año 2009. Esta no le da cien vueltas, sino más bien doscientas a Blood-C; si bien hay que entenderla como film de género, un servidor la vio y disfrutó bien a gusto, y cabría añadir que tiene algunas secuencias francamente interesantes visualmente. No es un peliculón, pero si les va el género les puede resultar entretenida. Y no creo que se duerman con ella.
Así que ya saben: tienen donde elegir. Pero Blood-C no debería ser su primera opción...

Les dejo el enlace a la ficha de la película en la web del festival:


2 comentarios:

manipulador de alimentos dijo...

'¿Cómo puede el director de 'Drácula', por muy autoreferenciadora y coñera que sea, revisitar con 'Twixt' el género hoy tan de moda y que él elevara a tal altura?

Tommy dijo...

@manipulador de alimentos
Esteee... ¿cómo?