Año 1999. Ken Block, de 32 años, es un joven empresario de éxito que se ha forrado haciendo que los skaters (en aquel entonces más conocidos como "gamberros en monopatín") se sientan especiales, rebeldes, diferentes y radicales... vendiéndoles zapatillas a partir de 90€ el par. O haciendo que sus padres se las compren. El tío es un crack y el mundo está a sus pies.
No obstante, a veces (pocas) se aburre, y juega a videojuegos para pasar el rato. Y hete aquí que uno de sus colegas "molones" le aconseja un juego recién salido, que por lo visto "mola mazo". A Ken le gusta probar todo lo que "mole", porque de esa manera se mantiene al día de aquello que atrae a sus potenciales clientes; así que adquiere Driver, y lo instala en su PC 386 de ultimísima generación que es lo más de lo más.
Por lo visto el juego, como su nombre indica, es algún tipo de simulador de conducción. Ken no está muy versado en este tipo de juegos, pero sin duda no puede ser muy complicado, si lo juegan sus potenciales clientes.
Al cabo de una hora, no obstante, nuestro estupefacto y frustrado Ken no ha conseguido superar la primera misión. En teoría es muy sencillo: se trata de hacer una serie de maniobras con el coche en el interior de un garaje, tales como quemar rueda, algunos trompos, completar un pequeño circuito... Pero no lo consigue, ya sea porque no realiza alguna de las maniobras, o porque cuando está a punto de conseguirlo, se acaba el tiempo.
Y Ken lo sigue intentando, una y otra, y otra vez... pero ese maldito, ¡maldito slalom! Y ese reloj de cuenta atrás. ¡Maldita, maldita cuenta atrás!
Año 2010. Desde aquella frustrante tarde con el Driver, donde nació una obsesión malsana por los coches, y tras participar en rallies después de gastar ingentes cantidades del dinero obtenido vendiendo zapatillas, Ken Block, con 43 años ahora, consigue demostrar al mundo y a sí mismo que nadie le puede hacer sombra con un volante en las manos:
No obstante, a veces (pocas) se aburre, y juega a videojuegos para pasar el rato. Y hete aquí que uno de sus colegas "molones" le aconseja un juego recién salido, que por lo visto "mola mazo". A Ken le gusta probar todo lo que "mole", porque de esa manera se mantiene al día de aquello que atrae a sus potenciales clientes; así que adquiere Driver, y lo instala en su PC 386 de ultimísima generación que es lo más de lo más.
Por lo visto el juego, como su nombre indica, es algún tipo de simulador de conducción. Ken no está muy versado en este tipo de juegos, pero sin duda no puede ser muy complicado, si lo juegan sus potenciales clientes.
Al cabo de una hora, no obstante, nuestro estupefacto y frustrado Ken no ha conseguido superar la primera misión. En teoría es muy sencillo: se trata de hacer una serie de maniobras con el coche en el interior de un garaje, tales como quemar rueda, algunos trompos, completar un pequeño circuito... Pero no lo consigue, ya sea porque no realiza alguna de las maniobras, o porque cuando está a punto de conseguirlo, se acaba el tiempo.
Y Ken lo sigue intentando, una y otra, y otra vez... pero ese maldito, ¡maldito slalom! Y ese reloj de cuenta atrás. ¡Maldita, maldita cuenta atrás!
Año 2010. Desde aquella frustrante tarde con el Driver, donde nació una obsesión malsana por los coches, y tras participar en rallies después de gastar ingentes cantidades del dinero obtenido vendiendo zapatillas, Ken Block, con 43 años ahora, consigue demostrar al mundo y a sí mismo que nadie le puede hacer sombra con un volante en las manos:
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